Sulfuro de dimetilo: Qué es y cómo podría ayudar a combatir el cambio climático
El sulfuro de dimetilo, también conocido como dimetilsulfuro o DMS) es un compuesto químico organosulfurado de forma líquida incolora e inodora que se encuentra naturalmente en el alimento y se utiliza en la producción de productos químicos.
Dicha producción incluye pesticidas, plastificantes y productos farmacéuticos, además de ser empleado como aditivo alimentario para dar sabor y aroma a los mismos.
También, figura como un compuesto importante en la atmósfera tras jugar un papel importante en la formación de partículas y en la oxidación de los compuestos sulfurados.
De igual manera, figura como indicador de la calidad del aire y puede utilizarse para monitorearlo en industrias y ciudades, aunque cabe destacar que a niveles elevados, el sulfuro de dimetilo puede ser perjudicial para la salud humana, causando irritación en los ojos, la piel y las vías respiratorias, así como dolores de cabeza y mareos.
Aunque, con sus pros y contras, un equipo de investigadores científicos de la Universidad de Hokkaido, Japón, descubrió una gran fuente de este gas, que podría ser utilizado como aliado para revertir los efectos del cambio climático. Así lo aseguran por medio de una publicación reciente en la revista Communications Earth & Environment.
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Posibles usos
El sulfuro de dimetilo también se puede definir como una pequeña molécula liberada por el fitoplancton, como consecuencia de la acción metabólica de su descomposición enzimática.
El mismo se libera del océano a la atmósfera cuando se oxida a ácido metanosulfónico (MSA) y sulfato sin sal marina, condensándose sobre partículas ya existentes y formando pequeños núcleos, que a su vez generan núcleos de condensación de nubes (CNN).
Los CNN reciben radiación solar para luego dispersarla con el objetivo de reducir estos niveles de radiación, causando que disminuya la temperatura en la superficie marina y terrestre, y por consiguiente, se convierte en un «gas antiefecto invernadero», que podría ser clave para luchar contra el cambio climático.
En ese sentido, la investigación de los científicos sugiere que en el pasado, el aumento en los niveles de ácido metanosulfónico estaba relacionado de forma directa con el incremento en la concentración de clorofila-a (agente crucial en la absorción de la luz en los océanos) en los mares circundantes, tras reconstruir el flujo anual y estacional de MSA entre 1960 y 2014.
Esto ha llevado al equipo a cargo de Sumito Matoba, profesor de la Universidad de Hokkaido, a pensar que puede ser significativo en la regulación del clima a nivel mundial, aunque, aseguran que todavía necesitan seguir investigando el comportamiento de este químico para llegar a un veredicto más exacto.