Opinión: «Glasgow pasa, el reto sigue» por Álvaro Villasante

Tengo por costumbre ser bastante optimista, muy especialmente en lo que a nuestra capacidad de innovar y adaptarnos a nuevos retos como sociedad se refiere. En América Latina hemos conseguido, muy especialmente durante las dos últimas décadas, avances memorables en la gran mayoría de áreas relevantes para la mejora de calidad de vida global y ello debe ser destacado.

Hace algunos meses tuve la oportunidad de acudir a una conferencia dictada por el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en la que destacó la relevancia de responder a los discursos pesimistas con optimismo, restando los grandes cambios que hemos consolidado como sociedad en campos tan relevantes como la salud, la democracia, o la diversidad, y ciertamente estoy plenamente de acuerdo con esa reflexión. Cuando converso con mis abuelos, que vivieron una etapa de Guerra en la España del S.XX, soy consciente de lo afortunados que somos a pesar de los retos globales que enfrentamos.

Es cierto que hoy somos mucho más conscientes del gran reto que supone el Cambio Climático a nivel global, una responsabilidad directamente proporcional al volumen de recursos dedicados a luchar contra este gran problema mundial. Sin embargo, desde mi humilde opinión, no estamos haciendo lo suficiente.

“El cambio climático era predecible, ya en 1856 la científica estadounidense Eunice Foot teorizó sobre la relación entre emisiones de CO2 y el calentamiento global. ¡Sí! leen bien 1856, es decir, hace 165 años que sabíamos que nuestro comportamiento como sociedad iba a tener consecuencias directas en el planeta”

En estos 165 años han sido muchos los científicos que han alertado de los riesgos que causan al planeta nuestras actividades generadoras de emisiones de CO2. Entre ellos quiero destacar a Edward Teller, John Sawyer o Jule Charney quienes en diferentes momentos del tiempo advirtieron de forma clara del riesgo que estábamos enfrentando como sociedad.

Mirar hacia atrás no suele resolver los problemas, pero sí debe alertarnos del riesgo que corremos de caer en el mismo error. estoy seguro de que las futuras generaciones no nos perdonarían haber perdido esta ocasión histórica.

Nunca antes habíamos tenido tanta información, tantas evidencias y tanto consenso global sobre la necesidad de un cambio de rumbo urgente. Frente a ello hay muchas opiniones, desde las que consideran que debemos cambiar radicalmente nuestro modo de vivir hasta las que mantienen que debemos seguir garantizando el crecimiento global mientras conservamos nuestro planeta.

Yo, sinceramente, soy más partidario de la segunda visión. No podemos negarles el derecho a contar con mejores condiciones de vida a los miles de millones de personas que desean acceder a bienes y servicios que les permitan mejorar su calidad de vida. Resulta necesario garantizar la conservación de nuestro planeta sin fisuras, de otra manera será imposible garantizar ese objetivo de mejora de calidad de vida, y para ello el mejor aliado es la innovación.

En los últimos años hemos conseguido avances históricos para consolidar este objetivo de crecimiento sostenible. Las energías renovables han reducido sus costos de forma sorprendente, la movilidad sostenible ha acelerado su despliegue en las principales urbes del mundo, la reforestación de nuestros bosques se ha convertido en una prioridad, la eficiencia energética es una prioridad en la regulación constructiva de muchos países, el mundo digital ha acelerado la transformación de nuestro planeta rompiendo fronteras y evitando el uso de recursos físicos en muchos procesos. Juntos hemos logrado mucho, pero el camino que queda por recorrer es aun más largo.

Sin duda, una mayor innovación y eficiencia nos permitirá garantizar que, las poblaciones que crecen de forma exponencial cada día, cuenten con más recursos, más oportunidades y más soluciones. Pero no es suficiente, los grandes acuerdos globales son un dinamizador para la transición, pero el gran cambio está en cada uno de nosotros.

Nadie podrá decir que no fuimos advertidos, nadie podrá afirmar que no tuvo la oportunidad de cambiar sus hábitos, de contribuir con sus pequeñas acciones al cambio global y garantizar un mejor planeta para las siguientes generaciones. Hoy, tenemos una oportunidad histórica (una más) de mirar de frente a este gran reto global que es el Cambio Climático y revertir, en la medida de lo posible, el daño que hemos causado a nuestro maravilloso planeta. Hoy queridos amigos, Glasgow pasa, el reto sigue y nosotros somos el elemento clave de la solución.

En nuestras manos está tomar el camino correcto.

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