Científicos trabajan en tecnología que podría utilizar energía de seres vivos para ayudar en tratamientos médicos
La tecnología no se limita a máquinas o construcción de soluciones a través de materiales y otros productos, y es que según los avances de un innovador proyecto, los propios seres vivos pueden ser capaces de generar energías limpias y sostenibles que requiere el mundo.
En ese sentido, el Instituto Tecnológico de Energía español (ITE), realiza estudios para evaluar la posibilidad de que un ser vivo pueda alimentar de potencia a marcapasos con baterías o plantas para tratamientos médicos de distintos tipos.
El ITE detalla que gracias al desarrollo de biosensores, capaces de determinar la concentración concreta de cualquier molécula, y de biopilas que usan la energía de la glucosa que contienen fluidos biológicos como la sangre o la saliva para alimentar dispositivos, se podrán crear aplicaciones que hasta hace poco parecían impensables.
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Laura García Carmona, quien lidera el proyecto BionSensCell, que forma parte de la Red de Institutos Tecnológicos de Valencia, España, trabaja en la elaboración de bioelectrodos para la fabricación de estos biosensores y biopilas a partir de membranas realizadas con «carbone black».
“Estas membranas son flexibles, pudiendo acoplarse con comodidad al cuerpo humano, biocompatibles para evitar que el organismo las rechace y poseen una alta conductividad eléctrica, necesaria para el proceso de aprovechamiento de la energía, explicó la científica.
Detalló que las membranas “utilizan enzimas para localizar una molécula determinada de interés que sirva como marcador para el sensor o de fuel para la biopila-ya sea glucosa, lactato o cualquier otra- según su finalidad. Una vez se han localizado, esta tecnología rompe la molécula y se extrae la energía de ella para usarla en la propia alimentación energética del sensor”, añadió.
Este interesante proyecto, según subraya el Instituto de Tecnología, tendrá la capacidad de desarrollar, por ejemplo, un dispositivo que «libere» a los diabéticos de inyecciones para controlar personalmente su nivel de azúcar o un parche que alerte sobre cuándo un deportista está a punto de sufrir una posible lesión, atendiendo a los niveles de lactato medidos en su propio sudor.
“Esta investigación en nuevas fuentes de energía nace de las capacidades que hemos adquirido gracias al proyecto BioSensCell, señala García Carmona, quien destaca además la importancia de la financiación para estos estudios.
“La adquisición de conocimientos con un proyecto regional nos ha permitido acceder a la financiación europea obteniendo la máxima calificación posible para llevar a cabo un proyecto absolutamente disruptivo”, agregó.
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Varios países y empresas tecnológicas se han interesado en este proyecto del que ya forman parte entes españoles, suecos, alemanes, croatas y polacos, como el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), KTH, Cybertronica, la Universidad de Lübeck, la Universidad de Zagreb y CIM-mes.
Además, ha recibido 3,7 millones de euros de financiación comunitaria del programa Horizonte 2020 para poner en marcha una investigación pionera en el mundo sobre el análisis de la savia elaborada de las plantas.
Los científicos esperan lanzar esta biopila al mercado en un plazo de cinco a diez años. Aseguran que será económicamente rentable, ya que la membrana es de bajo costo y el proceso de síntesis es sencillo e inmediato.
Redacción I Jhonattan González