Las mejores ciudades, las ciudades sostenibles: por Álvaro Villasante
Con cierta frecuencia quienes apostamos por un futuro sostenible, nos preguntamos ¿Qué variables hacen que una ciudad sea atractiva para vivir? Sin duda, la edad es un factor determinante a la hora de responder este tipo de interrogantes, ya que las aficiones y uso del tiempo van cambiando con los años y por ende, con la experiencia. En mi caso, no sé si es porque me voy haciendo mayor y nostálgico, o porque soy un apasionado de la movilidad sostenible y la conservación del planeta, pero cada vez me gustan más las ciudades que apuestan por la sostenibilidad como vector clave de su desarrollo urbano.
Como he comentado en otras ocasiones, tuve la suerte de nacer y crecer en un entorno rural rodeado de bosques y ríos, donde el tráfico y el ruido vehicular son prácticamente inexistentes. Creo que esa es una de las razones principales por la que nunca he sido amante de los atascos y de las grandes aglomeraciones urbanas. Como tampoco lo soy de los cielos contaminados y los espacios afectados por el impacto de nuestras actividades habituales.
Por ello, cada vez que visito una ciudad en la que los parques son abundantes y permanecen bien cuidados, y en la que las bicicletas y el transporte público son “parte muy activa del paisaje”, me siento feliz y contento de ver que es posible garantizar una convivencia sostenible entre el crecimiento urbano y el respeto al medio ambiente.
Cuando uno pasea por ciudades como Ámsterdam en Países Bajos, siente una mezcla de sentimientos entre admiración y envidia sana (la envidia nunca puede ser sana, pero queda bien añadirle ese calificativo). Con frecuencia, se usa el clima como “excusa” para justificar el poco uso de la bicicleta en algunas grandes capitales, pero sentarse en una calle de Ámsterdam y ver que el flujo permanente de ciclistas de todas las edades haga sol, llueva o truene, es el mejor ejemplo de que la cultura ciudadana de la mano de la disponibilidad de infraestructuras de calidad, son los mejores aliados de la movilidad sostenible.
Citaba a los parques, esos grandes pulmones verdes de nuestras capitales y que tristemente no abundan tanto como nos gustaría. Caminar por Central Park, por Hide Park, por El Retiro, por Ibirapuera, por Chapultepec o por El Virrey entre otros muchos, nos permite apreciar que estos espacios tienen en común la felicidad de sus usuarios.
Los parques, las zonas verdes y las ciclo vías son generadores de sonrisas, de alegría, de libertad y de felicidad. Y es que, las ciudades sostenibles, son las mejores ciudades, porque las mejores ciudades son sostenibles.
Álvaro Villasante