“Compliance”: Qué es y cuál es su importancia para las empresas a nivel de responsabilidad social corporativa

El Compliance, también conocido como cumplimiento normativo, se ha convertido en un aspecto fundamental para las empresas en términos de responsabilidad social corporativa (RSC) y sostenibilidad, pues atravesamos por un mundo cada vez más complejo y regulado para las organizaciones que buscan operar de manera ética y sostenible.

En pocas palabras, el compliance se refiere al conjunto de prácticas y medidas que las compañías implementan para asegurarse de cumplir con las leyes, regulaciones y estándares éticos relevantes, implicando ir más allá de las leyes y regulaciones gubernamentales, sino también abarcando estándares internos y códigos de conducta establecidos por la propia organización.

Una de las razones por las que es importante para las empresas en términos de RSC y sostenibilidad es porque ayuda a prevenir y mitigar riesgos legales y reputacionales.

En ese sentido, las organizaciones que no las cumplen están expuestas a sanciones legales, multas y daños a su imagen empresarial o corporativa. El incumplimiento también puede generar conflictos con los grupos de interés clave (empleados, clientes, proveedores y la comunidad en general).

Por ello, al implementar un programa de compliance sólido, las empresas están en la capacidad de identificar y abordar los posibles riesgos para evitar consecuencias negativas.

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Impacto en la sostenibilidad

El compliance contribuye a la sostenibilidad de las empresas al promover prácticas comerciales éticas y responsables, puesto que por medio de un programa efectivo se fomenta la transparencia, la integridad y el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente.

Además, está estrechamente relacionado con la gestión de riesgos y la toma de decisiones éticas, garantizando que sus actividades comerciales se realicen de manera ética y en línea con los valores y principios de la organización. abarcando la prevención de la corrupción, el lavado de dinero y otras prácticas ilícitas.

Al tomar decisiones basadas en criterios éticos, las empresas pueden construir una cultura organizativa sólida y fortalecer su reputación, evitando llevar a cabo acciones o proyectos que perjudiquen el medio ambiente o a la sociedad en general.

Debido a ello, aquellas que operan de manera responsable son más atractivas para los inversores, los consumidores y los talentos, generando ventajas competitivas y mayor crecimiento a largo plazo.

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