Sostenibilidad

Alimentos y combustibles son necesarios para afrontar los retos de sostenibilidad

Los alimentos y el combustible son los temas centrales de un nuevo estudio vinculado a la sostenibilidad, publicado en la revista científica “Nature Sustainability”, y cuya autora principal, Lisa Schulte Moore, una catedrática de Ecología y Gestión de Recursos Naturales, y directora asociada del Instituto de Bioeconomía de la Universidad Estatal de Iowa.

Schulte Moore señala: “La inspiración del artículo fue subrayar que debemos pensar en soluciones agrícolas, ya que a pesar de cómo se presentan a menudo, los alimentos y los combustibles pueden complementarse de manera importante para mejorar la sostenibilidad medioambiental y la prosperidad en la agricultura.

El artículo, “Meeting global challenges with regenerative agriculture producing food and energy”, hace un llamamiento al pensamiento integrado para reorientar las conversaciones hacia la construcción de sistemas acoplados y resistentes al clima que produzcan alimentos, energía y riqueza.

La publicación se inició como una colaboración entre Schulte Moore y Bruce Dale, del Departamento de Ingeniería Química y Ciencia de los Materiales de la Universidad Estatal de Michigan, y se amplió para incluir a colegas de la Universidad Estatal de Iowa y otras universidades e industrias de Estados Unidos, Italia, Brasil y Argentina.

Ejemplo integrado

El documento subraya que estos sistemas no son solo teóricos, y presenta ejemplos de Italia y Colombia basados en diversos acuerdos en países desarrollados y en desarrollo. Tienen como objetivo producir alimentos y energía de forma rentable, y ofrecer resultados como la resistencia al clima, la biodiversidad y el bienestar de la comunidad.

Un ejemplo de sistema alimentario y energético integrado que ha inspirado a Schulte Moore y su equipo, se encuentra en la granja de la familia Sievers, en el este de Iowa, representada en una ilustración que muestra una vista aérea de un paisaje agrícola diverso superpuesto con múltiples bucles que conectan los cultivos, el ganado, la energía, el suelo y el agua, y la comunidad.

Ilustración basada en la vista de un dron de la granja de la familia Sievers cerca de Stockton, Iowa | Imagen: Iowa State University

Bryan Sievers gestiona dicha explotación agrícola con otros miembros de la familia: tienen 2.300 acres de cultivos en hilera, cultivos de cobertura, cultivos perennes y heno, y una gran instalación de confinamiento de ganado, en un sistema de “circuito cerrado” que lleva más de una década desarrollándose.

Un biodigestor anaeróbico es la piedra angular en la sostenibilidad del funcionamiento de la granja, que convierte el estiércol y las camas del ganado, las hierbas perennes y los cultivos de cobertura en electricidad y calor, y además, utiliza residuos orgánicos de industrias locales, evitando que vayan a parar a los vertederos.

La sostenibilidad es la clave

“Un tema clave de nuestro documento, es que si queremos que los agricultores proporcionen alimentos y energía para una mayor sostenibilidad, tienen que ser compensados a niveles que les permitan mantener sus medios de vida y reinvertir en sus explotaciones”, explicó Schulte Moore.

Uno de los modelos a los que se hace referencia en el documento es el Consorcio Italiano de Biogás, grupo de agricultores cuyos objetivos son hacer un uso más eficiente de sus diversos recursos, como la luz solar, los nutrientes de las tierras de cultivo, el carbono, el agua, la mano de obra y el equipo.

Stefano Bozzetto, coautor del documento y miembro del consejo asesor del proyecto C-CHANGE “Grass-to-Gas”, dirigido por el Estado de Iowa, ha participado directamente en el esfuerzo italiano en materia de biogás, e identificó las tarifas de alimentación como un eje político que está ayudando a los agricultores del consorcio a obtener una mayor seguridad a largo plazo y precios favorables para su energía biorenovable.

Tom L. Richard, del Departamento de Ingeniería Agrícola y Biológica de la Universidad Estatal de Pensilvania, y coautor del artículo, indicó que “el valor de la agricultura para la sociedad puede ser mucho mayor si se integra de forma proactiva la producción de alimentos ‘y’ de combustible”.

El trabajo del grupo es uno de los pasos de un proyecto de cinco años con el apoyo del Instituto Nacional de Alimentación del Departamento de Agricultura de EE.UU. Otros coautores son: Glaucia M. Souza, del Instituto Químico de la Universidad de São Paulo, Brasil; Nick Haddad y Bruno Basso, de la Estación Biológica Kellogg y la Universidad Estatal de Michigan; y Jorge A. Hilbert, del Centro de Ingeniería Rural, Investigación Agroindustria INTA, Argentina.

“Los beneficios para la sociedad a menudo superan con creces los beneficios para la explotación agrícola. Para acelerar el progreso, tenemos que hacer más para recompensar a los agricultores que utilizan estas prácticas y adoptar otras políticas inteligentes que apoyen esta dirección”

Tom L. Richard, coautor de la publicación

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Redacción | Antonio Vilela

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