Chile se suma a acuerdo histórico del Fondo Mundial para el Medioambiente con inversión de $160 millones
La séptima asamblea del Fondo Mundial para el Medioambiente (GEF, por sus siglas en inglés), que tuvo lugar en Vancouver, Canadá, concluyó con un importante acuerdo en el que Chile, entre otros Estados participantes, desempeñó un papel destacado.
Bajo la dirección del subsecretario del Medio Ambiente, Maximiliano Proaño, la delegación nacional se unió al acuerdo mediante el cual el país anfitrión, en colaboración con el Reino Unido, se comprometió a contribuir con $160 millones de dólares para el lanzamiento del Fondo Marco Global para la Biodiversidad.
El subsecretario Proaño resaltó la relevancia de esta iniciativa, considerándola un paso fundamental en la preservación del planeta.
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Asimismo, subrayó su importancia tanto a nivel nacional como internacional, al afirmar que este acuerdo sienta las bases para un futuro más prometedor al proporcionar financiamiento para proyectos que contribuirán a la conservación y protección de la biodiversidad en países que a menudo carecen de los recursos necesarios.
Chile: Protección del medio ambiente
En la séptima asamblea del GEF se congregaron figuras influyentes de diversos ámbitos: funcionarios gubernamentales, organismos internacionales, académicos, líderes empresariales y defensores del medio ambiente, así como representantes de mujeres, jóvenes y comunidades indígenas.
Todos ellos hicieron hincapié en la necesidad de emprender acciones concertadas para hacer frente a la crisis de biodiversidad que aqueja a nuestro planeta.
“Este fondo permitirá a los países en vías en desarrollo, incluido Chile, acceder a nuevos recursos adicionales para cumplir nuestras metas locales y también desafíos globales en términos de conservación de la biodiversidad. Esta es una excelente noticia para el medioambiente de Chile y el mundo”, asegura Miguel Stutzin, profesional del ministerio del Medio Ambiente.
Dentro de este acuerdo, una de sus 23 metas es la dedicación de esfuerzos para asegurar que, para el año 2030, al menos el 30% de las áreas terrestres, cuerpos de agua continentales y costeros.
También incluye que las zonas marinas sean objeto de conservación y gestión eficaz a través de sistemas de áreas protegidas u otras estrategias efectivas de conservación.
