Atlas: «En ocasiones escuchamos que los sistemas no podrían resistir más de 30% de generación solar y eólica, y la realidad ha demostrado que esto está lejos de ser una restricción tecnológica»
El Director Comercial de Atlas Renewable Energy, Renato Valdivia, habló en exclusiva con Latam Green sobre las proyecciones en cuanto a capacidad de GW que pretende instalar la empresa internacional a finales del 2021, el uso del hidrógeno en el desarrollo de las energías renovables, así como los motivos que han llevado a la empresa que representa a apostar por América Latina.
¿Por qué Atlas Renewable Energy apuesta por América Latina?
Valdivia: Latinoamérica tiene una doble oportunidad para las energías renovables. Por un lado, es una región en crecimiento. Posee relevantes segmentos productivos que tienen un mandato y necesidad de bajar su huella de carbono e interesantes recursos naturales. A esto se suma la buena dotación de recurso solar y eólico que prevalece en la región, lo que en la mayoría de los mercados permite a las renovables participar del crecimiento y sustitución de la demanda sin necesidad de subsidios o por precaución ante futuros impuestos de carbono u otras barreras al comercio que se pueda imponer, sino por simple incentivo económico. Esto permite que las energías renovables tengan un mercado relativamente estable y resiliente, con una moderada sensibilidad a cambios políticos y económicos. Chile es un gran ejemplo, puesto que ha mostrado que incluso en plena pandemia, el avance de este segmento puede continuar sin perder fuerza aportando varios GW de capacidad renovable a la matriz eléctrica.
¿Cuáles son los proyectos más relevantes que prevén desarrollar en Latinoamérica durante el 2021?
Valdivia: Los proyectos más importantes para Atlas en el 2021 ya están en fase de construcción. Atlas para principios del 2022 ya habrá doblado su capacidad actual llegando a 2.2GW en operación en América Latina. Vale la pena resaltar que con estos proyectos Atlas se pone a la cabeza en la contratación de PPAs con grandes consumidores privados en la región, donde resaltan los contratos firmados con Dow Chemicals y Anglo American, para quienes Atlas está ejecutando la construcción de dos nuevos parques solares en Brasil que proveerán energía limpia a las operaciones de estas compañías por 15 años.
¿Atlas ha contemplado introducirse de lleno en el mercado del hidrógeno? ¿Podría indicar qué piensa sobre este combustible para el desarrollo de energías verdes?
Valdivia: El hidrógeno verde ofrece una interesante oportunidad para descarbonizar sectores productivos que requieren de aplicaciones que no pueden ser solucionadas con la electrificación, como por ejemplo, procesos industriales que requieren de temperaturas muy elevadas. A esto se suma que el interés y recursos que ha capturado recientemente el desarrollo de tecnologías para sintetizar hidrógeno con baja o nula huella de carbono están impulsando un nivel de innovación y reducción de precios que creemos va a replicar lo que se ha vivido con la energía eólica y solar en las últimas décadas, y con las baterías en los últimos años. Es decir, estamos convencidos que durante esta década los precios del hidrógeno verde se van a desplomar y van a poder ser competitivos con el hidrógeno gris (que requiere de la utilización del gas natural en el proceso), permitiendo descarbonizar segmentos muy importantes y actualmente intensivos en su huella de CO2 como el acero, cemento y la producción de amoníaco, además de segmentos de transporte pesado y público. La realización de esto va a requerir de enormes cantidades adicionales de energía renovable, y esa creemos es la principal, si bien no única, oportunidad que nos abre el hidrógeno verde.
¿Qué reformas requiere el sector renovable para avanzar en su expansión y llegar a más países de Latinoamérica con más fuerza?
Valdivia: Creo que en general los mercados de la región han implementado marcos normativos adecuados para el desarrollo de las energías renovables. Sin embargo, los sistemas con alta penetración de renovables difieren bastante en sus requerimientos operacionales que los tradicionales sistemas hidrotérmicos, y en eso veo un desafío a reformar sistemas que llevan décadas de inercia de orientar su operación, reglamentos y criterios de seguridad a este tipo de tecnologías, y que se ven enfrentados a una rapidísima irrupción de gran cantidad de energía solar y eólica. En muchas ocasiones escuchamos que los sistemas no podrían resistir más de 30% de generación solar y eólica, y la realidad ha demostrado que esto está lejos de ser una restricción tecnológica y es más bien un sesgo del status quo. Para cumplir con los objetivos del acuerdo de París, para 2050 vamos a requerir sistemas eléctricos que sean 100% renovables. Y lo que vemos es que el sector eléctrico va a ser de los que permitan adelantar los requerimientos de descarbonización que tenemos como humanidad, como proyecta la reciente publicación de la IEA ‘Net Zero by 2050’. Entonces, los operadores de los sistemas eléctricos en Latinoamérica se tienen que plantear cómo responder al desafío de una matriz que se acerque a 100% renovable en torno a 2035. Y eso requiere reformar algunas cosas que vienen del pasado y dejaron de tener sentido, como por ejemplo la normativa de potencia que permite que en Chile se siga invirtiendo en motores diésel de respaldo que el sistema no requiere, pero igual serán financiados por el sistema, y los varios GW de motores de respaldo que no han sido llamados a despacho en un lustro o más, algunos nunca han operado y aun así, sigan siendo financiados por el sistema en su conjunto. Eso no tiene sentido y tiene que cambiar. Por otro lado, se requiere de más flexibilidad, y generalmente no hay incentivos suficientes para premiar la flexibilidad en los sistemas eléctricos.
¿Por qué les conviene a los grandes consumidores de energía cambiarse a energías renovables?
Valdivia: En Latinoamérica, más que una conveniencia, es o se está convirtiendo en un imperativo. En muchos mercados la energía renovable es la fuente de electricidad más competitiva que pueden contratar los consumidores. En los pocos mercados en los que aún no es el caso, es cosa de tiempo, pero antes de mediados de la década será el caso en toda la región. A esto se suma que los compromisos de descarbonización se están haciendo día tras día más imperativos y urgentes. El riesgo climático es una métrica importante a la que los inversionistas están prestando cada vez más importancia. Se va complicando obtener financiamiento y eventualmente habrá barreras arancelarias asociadas a huellas de carbono. La administración de Biden en ese sentido está acelerando esta transición. Finalmente, consumidores más informados, empoderados y exigentes están pidiendo que las empresas tomen acción y se hagan responsables de gestionar su impacto ambiental. Y la palabra consumidores abarca desde la persona individual que compra productos o servicios que una empresa vende, hasta un gigante como Apple Inc. que contabiliza emisiones de alcance 3 y exige a su cadena de suministro estándares ambientales y de huella de carbono para poder mantenerse como proveedores.
¿Qué energías recomienda Atlas y como se miden cuando se comparan a energías no renovables?
Valdivia: Cualquier fuente renovable en teoría contribuye con el objetivo de alcanzar la carbono neutralidad. Sin embargo, como en casi todo, hay matices. Por ejemplo, contratar energía renovable de una planta que ya está operando en la práctica hace poca diferencia respecto de contratarla de una fuente térmica y contaminante, que esté operando. Lo que logra un impacto verdadero en el mundo real es contratar energía renovable con el requisito de que ésta sea respaldada por un proyecto nuevo, lo que se le llama adicionalidad, la cual garantiza que el poder comprador de las empresas por medio de sus PPAs se traduzca en nueva inversión renovable que desplaza generación térmica y por tanto contribuya con la descarbonización. Y es necesario que las empresas entiendan que para viabilizar proyectos nuevos y poder financiarlos, los generadores renovables necesitan de contratos de largo plazo. Por tanto, un consumidor hace mucho más por el planeta firmando un contrato de 12 o 15 años que viabiliza nueva inversión renovable, que firmar un contrato de 4 o 5 años, que deberá ir renovando cada vencimiento. Al final de los 12 o 15 años, la empresa habrá consumido la misma cantidad de energía, pero quién firmó un contrato largo en lugar de tres contratos cortos, habrá apalancado su poder comprador para descarbonizar la economía. Por otro lado, también es importante que los consumidores reparen en las credenciales y track record en materia de ESG (gobernanza ambiental, social y corporativa) de los proveedores de electricidad, porque eso también es un potente indicador del aporte positivo que logrará viabilizar una empresa utilizando su poder como comprador de energía.
¿Cómo se ve un roll out de esta transición, especialmente para los grandes consumidores de energías?
Valdivia: El roll out está a todo vapor hace varios años. El sector minero está pasando por una rápida transición hacia el carbono neutralidad en su consumo eléctrico y buscando formas de sustituir combustibles fósiles de su demanda energética no eléctrica, en lo que el hidrógeno verde jugará seguramente un rol preponderante. Muchas otras industrias están en lo mismo, o con planes de. Por tanto, un gran consumidor de energía que no tenga una estrategia de sustentabilidad y carbono neutralidad debería buscar actualizarse rápidamente, porque se expone a todo tipo de amenazas que abarcan las demandas de los consumidores, exigencias de cadenas de suministro que integren, acceso a financiamiento, barreras comerciales y presión de accionistas e inversionistas institucionales, por nombrar algunas.
¿Qué significa ser una empresa responsable hoy en día y como integrar ESG para la sustentabilidad del futuro de las comunidades donde operan?
Valdivia: Fundamentalmente ampliar el foco, y hacerlo en el sentido de considerar las externalidades, positivas y negativas, que un proyecto pueda generar, y buscar actuar sobre éstas, reduciendo o mitigando las negativas y buscando apalancar las positivas, aunque el marco normativo no lo exija y las métricas financieras no se beneficien directamente. Además, profundizar en el sentido de la temporalidad, planear y gestionar para más allá de la vida útil del proyecto. ¿Qué oportunidades o amenazas supone la etapa postoperativa del proyecto para la comunidad y su entorno? ¿Qué podemos hacer hoy para incidir positivamente sobre ese futuro lejano? Y en esto, es importante trabajar con las comunidades, involucrarlas y hacerlas parte tempranamente.